domingo, 29 de noviembre de 2009

Biografia del Autor



Carlos Fuentes Macías (* Ciudad de Panamá, 11 de noviembre de 1928 - ) es uno de los escritores sociologos mexicanos más conocidos de finales del siglo XX, autor de novelas y ensayos, entre los que destacan Aura, La muerte de Artemio Cruz, La región mas transparente y Terra Nostra. Recibió el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Premio Cervantes en 1987 y en 2009 la "Gran Cruz de Isabel la Católica". Fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en agosto de 2001.

Carlos Fuentes nació en Panamá, donde su padre, el diplomático Rafael Fuentes Boettiger, estaba destinado; en los años siguientes vivirá en Quito, Montevideo y Río de Janeiro. A la primaria va en Washington D.C., Estados Unidos, ciudad a la que su padre llega en 1934 como consejero de la embajada de México. Los veranos los pasa en Ciudad de México, estudiando en escuelas para no perder el idioma y para aprender la historia de su país. Vivió en Santiago de Chile (1940-1944) y Buenos Aires en donde recibió la influencia de notables personalidades de la esfera cultural americana.
Llega a México a los 16 años y entra en la Preparatoria en el Colegio México. Se inicia como periodista colaborador de la revista Hoy y obtiene el primer lugar del concurso literario del Colegio Francés Morelos. En 1949 comienza a estudiar Leyes, que abandona pronto y viaja a Londres.

Sinopsis del Libro


Aura (1961) es una de las grandes obras de Carlos Fuentes en la cual el amor se transciende ambos el tiempo y la realidad. Contada de una voz fresca e intensa, la novela está llena de simbolismo por el cual confrontamos la unión entre la fantasía y lo tangible. Fuentes le lleva el lector a un mundo de telarañas y jardines, ratas y bonitas, juventud y vejez, el pasado y el presente, luz y sombras, vida y muerte. Con imágenes fuertes y expresivas, el lector puede entrar en este mundo, mezclándose entre los sueños y sombras de Felipe, el personaje principal. Él acepta un trabajo que consiste en leer las memorias inconclusas del esposo muerto de una mujer vieja para publicarlas. Habita la casa de ella, e inmediatamente él siente que algo extraño le está pasando allí.

Al leer la novela, nos introducimos junto con el protagonista, en una región de penumbra asfixiante. Felipe Montero, joven estudioso de la historia, consigue un trabajo bien pagado, en una vieja casona, del tiempo de la colonia, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Debido a la extravagancia de su dueña, la casa permanece en penumbras permanentemente. El trabajo consiste en hacer publicables las memorias de un hombre, un general que participó en numerosos hechos de armas durante el turbulento siglo XIX mexicano. En la casa sólo vive la anciana, esposa del extinto militar y Aura, una jovencita que acompaña a la anciana. Felipe debe quedarse hospedado ahí hasta que termine el trabajo, situación muy cómoda para él, pues se siente a sus anchas en su nuevo trabajo. Además, comienza a enamorarse de la enigmática Aura, quien es muy joven, muy hermosa. A la vez de su fascinación por Aura, surge en Felipe una gran curiosidad por la anciana y la relación que existe entre las dos mujeres. Paulatinamente, el lector junto a Felipe, irá descubriendo un mundo de brujería, de escenas terroríficas como los gatos en llamas que Felipe soslaya un instante, de cenas extrañas en dónde sólo se consumen vísceras y vino tinto, y sentirá que Aura es una especie de aparición, pues es silenciosa además de aparecer y desaparecer inopinadamente

Pinturas

La pintura es una de las artes más antiguas de México. En el México prehispánico está presente en edificios, códices, cerámica, atuendos, etc; ejemplo de ello son las pinturas murales mayas de Bonampak o las de Teotihuacan, Cholula y Monte Albán. Se cree que la pintura rupestre más antigua de América es la encontrada en una cueva de la península de Baja California con 7500 años de antigüedad.
Algunos de los pintores más destacados en este siglo son:
David Alfaro Siqueiros, pintor y muralista, (murales en Tecpan (Tlatelolco), Polyforum Cultural Siqueiros)
Raúl Anguiano, geometría armónica, muralista y grabador.
Marta Chapa, óleo.
Joaquín Clausell, óleo, impresionista.
Miguel Condé, pintor, dibujante y grabador figurativo.
Vladimir Cora, pintor y escultor, óleo, acrílico y esmalte.
Pedro Coronel, pintor, escultor, dibujante y grabador abstracto.
Rafael Coronel óleo, pintura melancólica.
Miguel Covarrubias, Art Decó, caricatura.
José Luis Cuevas, pintor, escultor.
Gunther Gerzso, óleo, pionero del surrealismo abstracto mexicano (¿Expresionismo?).
Francisco Goitia, óleo
Jorge González Camarena, pintor, escultor y muralista.
Saturnino Herrán, dibujo acuareleado, oleo, friso en el Palacio de Bellas Artes.
Los grandes muralistas mexicanos de la posrevolución desarrollaron, con Ia pintura mural, el concepto de «arte público», un arte para ser visto por Ias grandes masas en los principales edificios públicos de la época, y que no podía ser comprado y transportado fácilmente a otro lugar, como sucede con la pintura de caballete.



David A. Siqueiros
Raul Anguiano
Martha Chapa



Joaquin Clausell






Geografia

Ubicado en el sur del subcontinente norteamericano, México comparte frontera por el norte con Estados Unidos y al sureste con Centroamérica, particularmente con Guatemala y Belice. Su superficie es de 1.964.375 km², con una superficie continental de 1.959.248 km² y una insular de 5.127 km². Esta extensión lo ubica en el decimocuarto lugar entre los países del mundo con mayor territorio. La longitud de sus costas continentales es de 11.122 km, por lo cual ocupa el segundo lugar en América, después de Canadá, repartidos en dos vertientes: al occidente, el océano Pacífico y el golfo de California; y al este, el golfo de México y el mar Caribe, que forman parte de la cuenca del océano Atlántico.Repartidas en su mar territorial se hallan numerosas islas, entre las que destacan los archipiélagos de Revillagigedo (Socorro, Clarión, San Benedicto, Roca Partida), y las islas Marías, en el Pacífico; las de Guadalupe, Cedros, Ángel de la Guarda, Coronado, Rocas Alijos, Isla del Tiburón, Isla del Carmen, frente a la península de Baja California y la costa de Sonora; y las de Ciudad del Carmen, Cozumel, Mujeres y el arrecife Alacranes, en la cuenca atlántica. En conjunto suman una superficie de 5.073 km².México es el único país que contiene dos golfos en dos océanos, desde el Golfo de California, también llamado como el Mar de Cortés dentro del Océano Pacífico y hasta el Golfo de México en el Océano Atlántico.


Economia

Durante la época colonial y el siglo XIX, México fue un país dedicado a la agricultura. La mayor parte de sus ingresos por ventas extranjeras provenían de la explotación minera, especialmente, de la plata. De este mineral, México ha ocupado el primer lugar mundial en producción desde hace más de dos siglos.
A finales del siglo XIX, en el porfiriato, la industria textil era la más desarrollada. Se había establecido en el valle de Puebla, en la región de Orizaba y el valle de México. El gobierno de Porfirio Díaz dio grandes privilegios al capital extranjero con la intención de atraer inversión directa en la construcción de infraestructura de comunicaciones y transporte, y en el crecimiento de la planta industrial. Sin embargo, los beneficios eran para unos pocos extranjeros, mientras la mayoría de los mexicanos vivían en condiciones de miseria y explotación.
Tras el triunfo de la Revolución, dio inicio en México un segundo período de expansión industrial, favorecido, entre otras cosas, por la nacionalización del petróleo y la Segunda Guerra Mundial. En las décadas que siguieron a la conclusión de ese conflicto internacional, la economía mexicana tenía un carácter mixto, es decir, la inversión provenía tanto de la iniciativa privada como del Estado. Los sectores estratégicos fueron convertidos en industrias paraestatales, tal fue el caso de la explotación minera, la siderurgia, la producción de electricidad, la infraestructura carretera. Con la intención de favorecer la transferencia tecnológica, el gobierno permitió que muchas firmas internacionales establecieran filiales en el país, aunque siempre asociadas al capital nacional. La agricultura, por otro lado, era fuertemente subsidiada por el Estado, que se convirtió en el principal intermediario de los productos agropecuarios. Durante el período comprendido entre 1940 y 1970, la economía de México creció a un ritmo de 6,27% anual, en lo que se dio en llamar el Milagro mexicano.


Gastronomia

Aunque la dieta indígena fue anterior, el origen de la actual cocina mexicana se establece durante la colonización española. Por ello, la mayor parte de sus ingredientes son de origen español. De origen indígena es el maíz, el chile (conocido en casi todo el mundo hispano parlante como ají), los frijoles, calabazas, aguacates, camote, jitomates, cacao, el guajolote y muchas frutas y condimentos más. De igual manera, algunas técnicas de cocina que se emplean en la actualidad son herencia de los pueblos prehispánicos, como la nixtamalización del maíz, el cocimiento de alimentos en hornos a ras de tierra, la molienda en molcajete y metate. Con los españoles llegaron las carnes de puerco, res y pollo; la pimienta, el azúcar, la leche y todos sus derivados, el trigo y el arroz, los cítricos y otra constelación de ingredientes que forman parte de la dieta cotidiana de los mexicanos.
De ese encuentro de dos tradiciones culinarias con milenios de antigüedad, nacieron el pozole, el mole, la barbacoa y los tamales en sus formas actuales, el chocolate, una variada gama de panes, los tacos, y el amplio repertorio de antojitos mexicanos. Nacieron bebidas como el atole, el champurrado, el chocolate con leche y las aguas frescas; postres como el acitrón (biznaga) y toda la gama de dulces cristalizados, el rompope, la cajeta, la jericaya y el amplio repertorio de delicias creadas en los conventos de monjas en todas partes del país.
Algunas bebidas mexicanas han rebasado sus fronteras y se consumen cotidianamente en América Central, Estados Unidos, Canadá, España y Filipinas; tal es el caso del agua de jamaica, la horchata de arroz, el agua de raíz, las margaritas y el propio tequila.



Arquitectura

El siglo XX puso a México, por primera vez en su historia, ante la posibilidad de ser contemporáneo. Las primeras obras mexicanas de los novecientos son herederas en sus formas del pasado, aunque sean ya –y esto es importante para la historia de la arquitectura–, muy avanzadas técnicamente hablando: el Palacio Postal, el Palacio de Comunicaciones, el nuevo Teatro Nacional y el frustrado Palacio Legislativo. Todas ellas fueron proyectadas por extranjeros, únicos capacitados para abordar su gran complejidad –según se creía–. Tienen estructura de acero y concreto, así como modernas instalaciones hidráulicas y eléctricas, ascensores y teléfonos. Su mismo lenguaje historicista no era percibido en aquella época como anticuado (calificativo aplicable entonces sólo a lo colonial), sino como moderno, aunque hoy nos parezca evidente, para decirlo como Manfredo Tafuri y Francesco dal Co, quienes al hablar del art nouveau desplegado en el Teatro Nacional de Adamo Boari expresan que allí había sólo una “resistencia sublime” al cambio, una inconsciente actitud de “celebrar más la extinción de un mundo que la aparición de nuevos horizontes”. La belle époque europea y el Porfiriato mexicano, en efecto, se acercaban a su extinción.También en la Ciudad Universitaria hace su aparición el emigrado español Félix Candela autor, con Jorge González Reyna del Pabellón de Rayos Cósmicos, estructura de concreto de gran esbeltez. Candela producirá igualmente una obra tan notable como el restaurante Manantiales de Xochimilco,con Joaquín Alvarez Ordóñez, en 1957.Continuador de Barragán, Ricardo Legorreta consigue un éxito importante en 1968 con el hotel Camino Real, y las décadas de 1970 a 1990 lo verán surgir como protagonista indudable del fin de siglo mexicano, al lado de arquitectos de vocación monumental como Agustín Hernández (Colegio Militar, de 1976), Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky; estos últimos con obras conjuntas: el INFONAVIT, en 1973 y El Colegio de México de 1975. Zabludovsky alcanza uno de sus mayores logros en 1991 con el Auditorio de Guanajuato, mientras González de León lo hace con el nuevo Conservatorio de Música tres añosmás tarde. Todos estos arquitectos pueden aún servir como ejemplo de la vigencia del camino planteado por primera vez a la arquitectura mexicana en la década de 1920, tan claramente expresado por Valéry y Wright: ser fieles a la modernidad y al legado mexicano. Esto significa que los riesgos de caer al vacío por ambos extremos siguen presentes, y existen numerosos ejemplos de ello, tanto en el cosmopolitismo banal como en el peor de los provincianismos.